HOY DESAYUNAMOS

Sipohi Asociación Civil. Comunidades Wichi del Impenetrable Chaqueño, abril de 2006.

Julio de 1994, mi primer viaje a las comunidades wichi del Impenetrable Chaqueño. Durante el largo viaje a bordo de la “Batata” (un viejo y destartalado, pero fiel colectivo anaranjado), entre los saltos y el ruido del motor, repasábamos con los integrantes más viejos del grupo los consejos y lecciones para este primer encuentro con una realidad tan diferente a la nuestra.
Entre todos los males que pueden sufrir estos pueblos hay uno en particular, quizá el más grave y el más urgente: el hambre.
De esto se trataba la consigna: “cuando comemos nosotros, se cierran todas las puertas y ventanas de la habitación”. Sí que suena duro, pero una vez en el monte me di cuenta de que así debía ser. Ni bien comenzamos a preparar la comida para los miembros del grupo, un hormiguero de niñitos, y algunos tímidos paisanos también, comenzaron a acercarse al aula de la escuela donde nos instalamos, acechando con miradas y estómagos curiosos. Definitivamente es quizá el momento más duro del viaje, hasta hoy me cuesta encerrarme a comer cuando del otro lado de la puerta hay personas que se regocijan con el aroma de un guiso, aunque ni siquiera recuerden como sabe.
Por más que nos gustaría poder repatir cacerolas gigantes a toda la población, los objetivos de este grupo incluyen muchas otras actividades y más productivas a largo plazo, como por ejemplo el canje de las artesanías que realizan los aborígenes por mercadería.
Esta actividad no les llenará los estómagos en el momento, pero sirve para que ellos mismos se den cuenta que con su trabajo se pueden ganar su propio sustento, y a su vez, se valorice su cultura. Además ha sido la manera de que el grupo pueda seguir trabajando desde 1978 hasta hoy.
Si bien es difícil comer con un nudo en el estómago y miles de ojitos espiando por las hendijas de ventanas y puertas, hay que intentar razonar que alimentar a todo un pueblo está muy lejos de nuestras posibilidades. Además, en los pocos días que permanecemos en el Impenetrable, son muchas las actividades a realizar y muy poco el tiempo, por lo que los integrantes del grupo no podemos dejar de alimentarnos y arriesgarnos a perder la energía y la fortaleza que tanto nos hace falta. No obstante, tratamos en cada viaje de destinar un momento a compartir con los paisanos, como ser una comida comunitaria o un mate cocido, donde nos internalizamos con sus inquietudes y problemas.
Al cabo de haber viajado durante más de diez años a la zona, hay situaciones que ya no me sorprenden, quizá por haber formado una coraza ante tanta injusticia. Sin embargo, de cada viaje puedo rescatar cada vez más momentos disfrutados y placenteros. Sí, aunque parezca mentira esta actividad que elegí cuando tenía poco más que 15 años, me ha dado momentos inolvidables, pequeños pero inolvidables. Conocer esta realidad de cerca, donde la marginación es a todo nivel, lo es en la salud, la educación, en política, definitivamente hace ver el mundo de otra manera. Es así como en mi último viaje pude rescatar un momento tan placentero como este, desayunar junto a una pequeña paisanita, Silvina, que saboreaba galletitas de todos los colores, que como se puede ver tras la ventana, en un monte tan agreste escasean. “Sacame una foto con esta belleza”, le pedí a alguno de mis compañeros de viaje. Con una sonrisa de boca llena y ojos pícaros, podemos celebrar que hoy desayunamos.

 

Sipohi Asociación Civil
Año de Fundación 1978
Ciudad de Córdoba
Constanza Nasser Marzo

9 comentarios so far
Deja un comentario